Hemos visto que las turberas se forman en ambientes saturados de agua, por la acumulación de materia orgánica (restos de plantas muertas). La mayoría de los organismos que usualmente realizan la descomposición de la materia orgánica, también necesitan aire y oxígeno para hacer su trabajo. Por ello, la tasa de descomposición se ve severamente reducida en las turberas.
La reducción del nivel del agua en una turbera, tendrá como consecuencia que los suelos de turba sean expuestos a condiciones aeróbicas. Esto provocará que los organismos del suelo retornen y nuevamente aceleren la descomposición de la materia orgánica (la turba).
Un descenso en el nivel del agua puede deberse a drenajes artificiales conducidos con el fin de generar usos agrícolas, extraer de turba o la construcción de caminos. También puede ser consecuencia de usos del territorio que están afectando las napas de agua, tal cual lo son las plantaciones forestales. También puede secarse una turbera como consecuencia del cambio climático.
A pesar de que la turba es como una esponja que guarda agua en el paisaje, esta puede secarse si su fuente usual de hidratación es afectada: tal cual se seca una esponja cuando la ponemos al sol por demasiado tiempo!
Dos procesos simultáneos prosiguen al desecamiento de los suelos de turba:
Subsidencia (pérdida de volumen): La turba, en tanto medio poroso, consiste en diversas fibras de raíces, musgos y maderas. Estas fibras tienen cierta elasticidad, que les permite extender su volumen. Cuando el nivel del agua desciende, también lo hace el volumen de la turba, tal cual se hunde la hierba de mate en su calabaza mientras bebemos esta tradicional bebida sudamericana. Cómo consecuencia de un menor contenido de agua, los grandes poros dentro de la turba colapsan y las fibras se comprimen unas con otras.
Mineralización: La materia orgánica se forma casi por 50% de carbono (C). Los organismos del suelo consumen el sustrato orgánico de turba. Al hacerlo respiran el oxígeno (O) del aire, y producen dióxido de carbono (CO2), el cual es emitido a la atmósfera. Los organismos sólo dejan en el suelo algunos compuestos y elementos minerales que no consumen, por lo que este proceso se denomina mineralización.
Debido a ambos procesos, se transforma el volumen total y la masa de una turbera.
De acuerdo a estudios de Illnicky (1967) en Polonia, la turba de musgo Sphagnum o turba esfagnosa pierde entre 53-66% de su volumen al descomponerse. En la turba de madera y de racidelas la pérdida de volumen puede llegar al 70%.
Si la descomposición y mineralización continúan, puede alcanzarse un proceso llamado “formación secundaria de suelo”. Aquello que alguna vez fue un conjunto de fibras de diferentes plantas, se vuelve una masa oscura de pequeñas partículas, las cuales perdieron su esponjosidad y pueden desarrollar características de un suelo mineral común, tal como grietas y agregados. Con el tiempo, estos agregados se vuelven pequeños y se endurecen, formando partículas conocidas en inglés como Moorsh.
Cuáles son las consecuencias:
-Una turbera degradada pierde su capacidad de almacenar agua.
-El carbono fijado de forma natural es liberado como dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
-Perder una turbera significa también una pérdida de biodiversidad, ya que mueren las plantas adaptadas a las turberas, dando espacio a otras especies usualmente adaptadas a ambientes menos húmedos.
-Hasta un cierto grado de degradación, los efectos son reversibles, siempre y cuando el nivel del agua -o nivel nivel de saturación- sea restablecido. De lo contrario, la turbera dejará de existir.
-Una turbera seca, con un suelo que aún tiene un alto contenido de materia orgánica es un sitio potencial de generación de incendios.
Fuentes:
Ilnicki, P. 1967. Peat shrinkage by drying as related to structure and physical properties (in Polish with English summary). Zeszyty Problemowe Postepow Nauk Rolniczych, 76:197–311.